Bienvenidos...

Compartimos la clase de manera presencial, un día por semana; nos comunicamos a través de correo electrónico para el envío de trabajos prácticos y consultas relacionadas con las actividades del Taller. Escuchamos fragmentos de programas de radio en clase, corregimos y hacemos puesta en común de conceptos y análisis de esos fragmentos y relacionamos con la escucha de la emisora que cada grupo tiene asignada. Sin embargo, la radio, el potencial que encierra la especificidad del lenguaje radiofónico, sigue creciendo y habilitando nuevos modos de interacción, imposibles de ser abordados en el escaso tiempo en que se resuelve la clase.
El blog se constituye así en un espacio más que compartimos, a través del cual proporcionamos información vinculada al desarrollo de todas las actividades previstas para el cursado del Taller. Es también el lugar en donde encontraremos textos, audios y/o videos que, por razones de tiempo y de Programa no alcanzamos a ver en clase pero constituyen aportes valiosos que, seguramente complementan y refuerzan nuestros conocimientos y percepciones sobre ese maravilloso mundo que vamos descubriendo, construyendo y deconstruyendo cada día: el mundo de la radio.

Oralidad primaria y secundaria - Walter Ong

Aunque Jacques Derrida señale que uno de los problemas de escribir un prefacio estriba en que en verdad es un postfacio, me inclino a pensar sobre algunas líneas que sirvan de introducción al tema del presente número de Razón y Palabra que, ante todo, quiere mostrar diversas facetas de la oralidad.

Por ello, quiero remitirme a que la oralidad, ante todo, es una forma comunicativa: desde el llanto de un bebé que tiene hambre hasta el monólogo psicoanalítico y filosófico de los seres humanos. ¿Qué es la oralidad? Walter Ong (1996) hace una buena definición de ello y habla de "'oralidad primaria' a la oralidad de una cultura que carece de todo conocimiento de la escritura o de la impresión. Es 'primaria' por el contraste con la 'oralidad secundaria' de la actual cultura de alta tecnología, en la cual se mantiene una nueva oralidad mediante el teléfono, la radio, la televisión y otros aparatos electrónicos que para su existencia y funcionamiento dependen de la escritura y la impresión".

Esta oralidad primaria tiene una paradoja esencial: por un lado, permite que la memoria se active y permite la consulta a lo que llamaremos corpus, que es el conjunto de conocimientos, hábitos, tradiciones, representaciones, simbolismos, significaciones y lengua en un grupo social determinado. Es decir, permite la consulta a un archivo no escrito, pero permanente. Y por otro lado, cuando las palabras han abandonado la boca y han sido dichas, también han dejado de existir sonoramente, aunque se abra el abanico de posibilidades hacia la significación.

La oralidad es, entonces, fugacidad y permanencia. Es la conjunción entre lo inmediato y lo mediato, entre la memoria ancestral y la no memoria. Este fenómeno doble ha permitido a la oralidad debatirse entre el mundo de la cultura escrita y transformarse. Las culturas orales son porque tienen una historia común, valores comunes, un corpus, una cultura, precisamente; pero las llamadas culturas escritas parecerían adolecer de ello. Se cree que estando en los libros, las tradiciones no se pierden, la memoria no es fugaz y el corpus puede ser alimentado de maneras distintas. Hace poco tiempo tuve que hacerle ver a un abogado lo importante de la cultura escrita en su propia profesión y le demostré cómo la oralidad era peor que una mentira, desde el punto de vista de la abogacía: no tenía valor alguno. Para hacer un contrato hay que firmarlo; para casarse y amarse hay que firmarlo; para que alguien exista -léase registro de nacimiento- hay que firmarlo; para que haya literatura hay que escribirla.

La escritura es la materialización de la palabra. Por ello en nuestros días hay una proliferación de imágenes (por esa frase falsa de que una imagen dice más que mil palabras) y de letreros, de escritos. La radio en las ciudades ha pasado a ser un medio secundario, y ha proliferado la televisión como el avasallador escudo de la cultura contemporánea.

El estudio de los medios de comunicación es un campo de investigación en el que siempre habrá algo que decir. En el caso de la radio, medio de oralidad secundaria, puede tomarse como el medio alternativo por excelencia, que permite enlazar a grandes distancias a la gente de cultura oral y cultura escrita, mediante la mediación del lenguaje. Muchas veces se ha hablado de la radio y de su potencial democrático, del servicio que presta a la pretendida "comunidad". La radio es, también, nostalgia: "Dispara, Margot, dispara"; es la recreación de una época y de una cultura. Pero el medio no permite lo que sí la cultura oral primaria: un acercamiento comunicativo inmediato. Un tête a tête.

Tres componentes de la oralidad

En la pura tradición oral, Walter J. Ong (1996) ha llamado a lo oral como vocalizaciones o formas artísticas verbales, en contraposición al concepto de literatura oral. Sin embargo, y para aclarar lo que se entiende como oralidad y como literatura oral, podríamos separarnos en este punto de Ong y retomar el concepto que se refiere a la "literatura oral" de Carlos Montemayor (El cuento indígena de tradición oral. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Instituto Oaxaqueño de las Culturas. México, 1996). Él dice:

"El complejo proceso idiomático y cultural que se ha dado en llamar 'tradición oral' sólo puede explicarse cabalmente a partir del arte de la lengua, pues en estricto sentido la tradición oral es cierto arte de composición que en las culturas indígenas tiene funciones precisas, particularmente la de conservar conocimientos ancestrales a través de cantos, rezos, conjuros, discursos o relatos. Ciertamente, el término 'literatura'como técnica de escribir proviene de la voz latina littera (letra), pero el concepto se refiere más a la noción de arte que a la de redacción y el concepto de 'tradición oral' no parece distinguir suficientemente las fronteras entre arte de la lengua (escrita o no) y comunicación oral".

En este sentido, Montemayor refiere a las diferencias que forman la oralidad, de la cual se proponen tres grandes bloques: el arte de la lengua, como el conjunto de conocimientos que son transmitidos a través de cantos, rezos, discursos, leyendas, cuentos y conjuros; la comunicación oral, entendida ésta como la forma de relacionarse con el otro, tratando de encontrar la mediación necesaria en cuanto a acercamiento de lenguajes, corpus, conocimientos, referentes y definiendo en sí sus propias leyes; y el habla, como la capacidad de entablar diálogos, utilizada en la vida cotidiana, referida a la forma específica de hablar de cada persona, aunque no se descarta que el habla pueda ser también social, es decir, que a través de ella se comparten mismos referentes, lenguaje y conocimientos.

Historia oral

A la historia oral, dice Jorge Aceves Lozano (1996): "le interesa los hechos y eventos sociales donde intervienen instituciones e individuos en determinados procesos económicos, políticos y simbólico-culturales. Le interesa producir conocimientos y no sólo ser un canal de exposición oral de testimonios".

Conocer el arte de la lengua en las comunidades rurales puede ser, en sentido estricto muy difícil, si no existe la confianza necesaria y, de hecho, para algunos antropólogos ha resultado en análisis incorrectos. El caso de Walter S. Miller citado por Montemayor (1996), se refiere a la creencia argumentada por Franz Boas, en 1912, en el sentido de que, debido al escaso número de cuentos de los nativos mixes, se afirmaba que el folclor mexicano existente en esa época procedía de la tradición española y no de la indígena. Walter S. Miller (1956) apunta, contradiciendo con su trabajo antropológico: "No es verdad que los cuentos sean escasos. Es más bien que ellos (los indígenas) se resisten a narrarlos a desconocidos".

Según Walter Ong (1996), los pueblos orales tienen formas de recordar sucesos y reproducirlos. Así la historia de comunidades sin escritura no se pierde. Según Ong, una fórmula es recordar hechos memorables y asociar otro tipo de sucesos con ello. En las pláticas con campesinos será entonces común escuchar "el año del temblor", "cuando vino el huracán", "cuando llegaron los de la Proderith", "cuando hubo pleito con el pueblo vecino", etc. La oralidad será acumulativa, copiosa y redundante, conservadora, empática, participante y situacional (no abstracta).

Fin del prefacio

En el presente número, abordamos desde la propia definición de oralidad como forma de comunicación, pasando por la oralidad en la tradición indígena, la oralidad campesina, el acercamiento de los lenguajes científico y campesino, metodología de historia oral, el fenómeno del grafitti y algunas consideraciones sobre los medios de comunicación y la oralidad.

Los anchos mares de la radio...

Me gusta visitar las casas que venden cosas usadas. En una de ellas encontré algo que buscaba hace tiempo: una radio Noblex 7 Mares. Estaba rota e iba al desguace: la compré por monedas y la hice arreglar en el barrio. Ahora está aquí en la mesa, frente a mi y me trae voces en la noche.

Habla y me habla. Es difícil creer que no haya vida en ella, que esos hombres y mujeres que seducen calladamente en la noche están en otras ciudades, pequeñas o grandes de la lejanía. La escucho y escribo estas palabras, como velando una mujer que duerme, por eso escribo con
lapicera de pluma para no molestarla con las interferencias del microprocesador de la PC.

E
sa es la AM, con su sonar deslucido para quienes la escuchamos a centenares de kilómetros en el interior, donde la FM o la TV de aire no llega. La FM, al tiempo que nos abrió la puerta a lo local, nos aisló del mundo. Los que escuchan "solo" FM, no saben de los mundos que hay más allá: voces que hablan en la noche o el día desde metrópolis o pueblos que están allende el horizonte.

Giramos el dial y surgen sonidos como venidos de un tiempo antiguo, radios provinciales, cerealeras, marítimas, Córdoba, Rosario. Formas de comunicar que parecen perdidas. La FM nos trajo nuestra propia voz, pero nos volvió más pueblerinos.

Y eso que no tentamos la Onda Corta. Que estuvo antes de la Internet y servía para escuchar voces de otras patrias, lo que se dice o no se sabe más allá, son tiempos de guerra. En tiempos como estos, antes se ponía la OC para saber qué pasaba. Durante la dictadura, los que supieron, supieron así.

Este aparato es como un perro perdido que he adoptado. No puede contarme su historia, decirme de su primer dueño, o ese día luminoso que salió de la caja por primera vez. Qué voces, qué palabras, qué músicas ha traído a este rincón del mundo. Ahora recorre los mares de la escucha
bajo mi mando. Juntos navegamos un océano eterno que nos rodea invisible.

Es noche fría. La onda viene y va. Trae música y se esfuma. Vuelve con palabras que no deja terminar, en la próxima vuelta serán diferentes. No importa. Es un momento mágico y para serlo debe terminar.


El texto servirá como ayuda para el escrito "Me colgué de la radio". Esperamos que lo tengan en cuenta como ejemplo.

Lenguaje radiofónico - Martinez Costa y Diaz Unzueta

Cuestionario Martínez Costa y Díaz Unzueta

1. Sobre la base de la definición de Balsebre sobre lenguaje radiofónico, señale qué aspectos, según Martínez Costa y D.Unzueta, conformarían lo específico de este lenguaje.

2. Explique a que se refieren Martínez Costa- D.Unzueta cuando sostienen que la palabra es acción enunciativa. Vincule con conceptos de José L. Fernández.

3. Caracterice los aspectos acústicos de la voz y explique qué relevancia tienen y cómo se conjugan con otros aspectos del lenguaje radiofónico.

4. Relacione la respuesta anterior con la idea de “potencial riqueza expresiva del lenguaje radiofónico” desarrollada por Ricardo Haye.

5. De las recomendaciones para el uso de la palabra propuestas por Martínez Costa y D. Unzueta, señale cuáles considera usted más significativas y relevantes. Fundamente por qué.